Después de la Guerra Civil, una vieja tradición como es "La Aurora" dejó de practicarse y 47 años más tarde se recuperaría por iniciativa de Francisco Cantos y el actual Párroco Antonio Graciá Albero. Otra persona que posibilitó la recuperación de esta tradicion fue Miguel Mollá. "La prodigiosa memoria de Miguel Mollá - según nos cuenta Pepe Requena en un artículo publicado en La Tribuna hace algunos años "...posibilitó poder recuperar muchas letras". Si no llevo mal la cuenta son 30 años los que de forma ininterrumpida se viene celebrando La Aurora. Miguel Mollá recordaba la mayoría de los cantos que había oído desde pequeño ya que los auroros salían a cantar en las noches de mayo desde del domicilio de su abuelo. Segun el padre Antonio, la música que se interpreta en la Aurora, la recuperó Antonio Gilabert
Mollá rescató del olvido nada menos que 25 de estos cantos reiniciándose de esta forma La Aurora con 35 voces y 9 músicos. Siguiendo esta tradición popular, La Aurora, que cuenta con mas de 100 socios, dedica todos los sábados del mes de mayo, a partir de las 23:00 horas, a cantar antiguas canciones delante de las casas que tienen hornacinas de santos o vírgenes o donde un particular los invita a cantar delante de su casa. Dividen el pueblo en sectores, como pueden observar en el cartel, de modo que todos los vecinos puedan participar de esta sencilla pero emotiva tradicional fiesta religiosa.
Antiguamente los auroros recorrían todo el pueblo en una noche debido a los pocos Santos que había en las fachadas y se finalizaba "a las tantas" rezando el Rosario. También atiende esta asociación peticiones de familias que los invitan a cantar a cambio de una modesta limosna. A los primeros que el pasado año fueron a cantarles, después de cantar la primera canción en la puerta de la Iglesia de Santa Catalina, fueron a Antonio el Cura, Elisa Pagán, los de la Torrecica - calle Abadía- y Feliciana Pérez, en el callejón de las Campanas. Los auroros fueron obsequiados con torta casera y algo de bebida lo que hace que el recorrido sea más llevadero. Después de cantar y del avituallamiento la comitiva no se entretiene mucho y, tras recoger el estandarte y el farol que han dejado apoyado en la fachada de la vivienda donde han cantado, se dirigen a la siguiente cita haciendo sonar una campanilla.
En otros lugares, como Murcia, la Aurora ha tenido un desarrollo mucho mayor hasta el extremo de ser declaradas, hace dos años, igual que nuestra Embajada, como Bien de Interés Cultural. El profesor Francisco López Arroyuelo dice que hablar de Aurora "es hablar de un rito en el que participan hombres y mujeres que dicen de ellos de una fe religiosa y de un acercarse a la realidad espiritual de un pueblo. La Aurora, que había comenzado a realizarse en el siglo XVI, en el XVIII tiene problemas con los Ilustrados de Carlos III al querer controlar sus Ministros Floridablanca y Campomanes, como siempre ha hecho el poder, a estas y otras asociaciones. Pasan por momentos difíciles pero seguirán existiéndo y manifestándose los mayos de todos los años....".
La Presidenta, Juani Díaz Francés, me comentaba que "desde tiempo inmemorial La Aurora no recibe de ninguna cuota fija de los socios ni tampoco exige a nadie el pago de ninguna colaboración, nutriéndose económicamente de las limosnas que nos dan y que nos permiten premiar, modestamente, la colaboración de los músicos ya que sin ellos careceríamos de lo principal". El estandarte que llevan en el recorrido representa a la Virgen de la Esperanza de Onda. Otro instrumental que les acompaña es un pequeño farol ya que en sus orígenes las calles no estaban tan iluminadas como ahora.
Fue a raíz de ir cantar a Yecla, en la Casa de la Cultura, cuando tomaron contacto con los auroros de Murcia y, desde hace 17 años, van cantar a la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario, en Santa Cruz, fundada en 1821. De ellos copiaron el estandarte que preside los desplazamientos y que se coloca, junto al farol, delante de la fachada donde se canta.
De instructivo pueden calificarse los carteles anunciadores de los itinerarios de la "Asociación La Aurora 2003" que cada año realiza la hija de la Presidenta de la Asociación, Cristina Sáez Díaz, diseñadora Gráfica y Licenciada en Bellas Artes en la Universidad de Valencia. Estos carteles me traen gratos recuerdos de cuando hace 20 años, junto con Francisco Domenech Mira y desde la Asociación Cultural "Amigos de la Historia Caudetana", publicamos un libro en el que recogimos toda la cerámica plana y de religiosidad popular que había en las fachadas de las casas de muchos caudetanos.
La Aurora es una tradición que a lo largo de la historia ha tenido sus altibajos pero que ahí sigue presente y cada año con más seguidores. Uno de los asiduos cantores es mi compañero de profesión Manolo Beltrán y su mujer que, a pesar de vivir en Alicante, no se pierden ninguna sesión.
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