A pesar de
las ilegalidades palmarias del Proces, de las presiones de la Generalitat,
de las manipulaciones informativas, de educación e históricas, de sentencias y
declaraciones, el llamado “problema catalán” existe y es obligado solucionarlo.
Lo único cierto y evidente es que millones de catalanes quieren separarse de
España. Y lo terrible es que siguen queriéndolo pese a la vergonzante actitud
de Puigdemont y a la caída del patriarca Pujol y su familia, la mafia que
modeló sus sueños, o quizás delirios de independencia.
Artur Mas
sabedor de que es casi una regla que los gobiernos que gestionan crisis
normalmente no vuelven a ser reelegidos, presentó la independencia catalana no
cómo el derecho democrático del pueblo catalán, sino como la solución a males
económicos y sociales padecidos individualmente.
Todo esto se
ha desarrollado por el aprovechamiento de la crisis económica, la corrupción y
la desconcertante irrupción de Podemos. Apoyado en organizaciones ciudadanas a
las que se les inyectaron muy generosas subvenciones y, a su vez, envalentonado
con el giro suicida del filonacionalismo de izquierdas.
La izquierda tiene una
parte de responsabilidad, porque nunca ha sabido llevar el tema de las nacionalidades
de manera específica, su identidad, su reconocimiento, el papel que han de
generar. El señor Maragall junto con el Parlamento de Cataluña lograron un
pésimo planteamiento del Estatuto del 2006. El Tribunal Constitucional lo
remató con una sentencia en 2010 de carácter ultraconservador y me atrevería a
insinuar bastante reaccionario, enmendando la ley refrendada por una parte del
cuerpo electoral español. El PP también puso de su parte generando anticuerpos
catalanofóbicos, exponenciando el independentismo político. Europa hizo su
trabajo con una ola de neopopulismos.
Todo esto a
modo de corolario lo resumió Pujol afirmando: “si no hay recursos económicos
para el desarrollo de la plena autonomía catalana, el modelo se ha malogrado y
hay que asaltar la independencia”.
Los
socialistas catalanes tomaron los conceptos y las ideas del nacionalismo
renegando de su patrimonio ideológico, terminando con el resquebrajamiento
interno. Causa estupor que algunos eminentes conocidos de la izquierda
militante catalana sean, en la actualidad, los referentes del soberanismo más radical
y del lingüístico-cultural.
Los que en
principio deberían defender los pisoteados derechos de los parados, de la
sanidad, de los barrios abandonados, de la libertad de expresión… son los más
fieros defensores de una independencia que manejarán no ellos, sino sus amos.
Estos socialistas han llegado hasta el paroxismo práctico afirmando que en Cataluña no es posible no ser nacionalista: o se es nacionalista catalán o se es nacionalista español. Resumiendo: en Cataluña es posible ser a la vez nacionalista y de izquierdas.
Estos socialistas han llegado hasta el paroxismo práctico afirmando que en Cataluña no es posible no ser nacionalista: o se es nacionalista catalán o se es nacionalista español. Resumiendo: en Cataluña es posible ser a la vez nacionalista y de izquierdas.
Lo
contradictorio de este intento de secesión es que las principales fuerzas
residen en Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, este hecho encierra un gran
potencial conflictivo, porque por naturaleza ideológica y trayectoria histórica
son dos fuerzas con una divergencia sustancial sobre el modelo social catalán
prácticamente irreductible; el pacto entre estas dos fuerzas ha sido siempre,
desde su firma en 2012, una anomalía política y una distorsión social en
Cataluña.
Es sólo cuestión de tiempo su ruptura, porque ni siquiera en el
concepto de la independencia se ponen de acuerdo, sólo lo hacen en la retórica
de la secesión, pero no en el procedimiento ni en el modelo de soberanía. Al
parecer, históricamente, los catalanes tienen mala suerte, cuando logran
orientar su autogobierno, de repente aparece un líder y monta un follón, no es
la primera vez que les pasa.
El
republicanismo también ha abierto una fisura con el empresariado. Silentes, prudentes,
agazapados, pero instalados en la inquietud y la incógnita, los empresarios
catalanes parecen ausentes en este sainete. Por un lado, no estiman en nada las
virtudes de la independencia y se duelen de la falta de diálogo; pero por otra
parte no se apuntan a la ruptura aún en la peor de las hipótesis de las
reivindicaciones catalanas.
Aunque
fracase el proyecto independentista, en Cataluña se ha sembrado, y ha crecido
como en Quebec o como en Escocia. Más vale que lo asumamos y que lo
relativicemos, porque irremediablemente nos encontraríamos en un callejón sin
salida. Deberíamos ensayar lo que jamás hicimos en el pasado: en vez de romper,
reformar. Históricamente los españoles hemos optado más bien por romper o
derogar las constituciones en lugar de reformarlas.
Sin más dilación,
el charnego Joan Manuel Serrat pone letra y música a la historia de Cataluña
con la canción del año 1978; sí, de ese mismo año y con plena vigencia, porque
tan solo es historia. “Por las paredes mil años hace…) contenida en el disco
“1978”
Mil años hace que el sol pasa
reconociendo en cada casa
el hijo que acaba de nacer,
que el monte dibuja perfiles
suaves, de pecho de mujer,
que las flores nacen discretas
y las bestias y la luz también.
Mil años para nuestro bien.
En cada valle una
gente
y cada cala esconde
vientos diferentes.
Mil años, que el
hombre y la guerra
dieron lengua y nombre a la tierra
y al pueblo que rindió a sus pies,
la plata del olivo griego,
la llama persa del ciprés.
Y el musulmán lo perdió todo,
la casa, el sueño y la heredad
en nombre de la cristiandad.
Íberos y romanos,
fenicios y godos,
moros y cristianos.
En paz descansen
esplendores
de amor cortés y trovadores.
Dueños del camino del mar,
no había pez que se atreviese
a transitarlo sin llevar
las cuatro barras en el lomo.
Descansa en paz, ancestral grey
vendida por tu propio rey.
De mártires y
traidores
enlutaron tus campos
los inquisidores.
Mil años hace que el
sol pasa
pariendo esa curiosa raza
que con su llanto hace un panal.
Y de su sangre y su derrota,
día de fiesta nacional.
Que con la fe del peregrino
jamás dejó de caminar,
de trabajar y de pensar.
Empecinado,
busca lo sublime
en lo cotidiano.
Mil años hace y unas
horas
que con manos trabajadoras
se amasa un pueblo de aluvión.
Con sangre murciana y de Almeria
se edificó una exposición.
Ferroviarios, labradores,
dulces criadas de Aragón,
caricias de este corazón.
Y lágrimas oscuras
de los andaluces.
Y la dictadura...
Patria pequeña y
fronteriza,
mil leches hay en tus cenizas,
pero un soplo de libertad
revuelve el monte, el campesino,
el marinero y la ciudad.
Que la ignorancia no te niegue,
que no trafique el mercader
con lo que un pueblo quiere ser.
Lo están gritando
siempre que pueden,
lo andan pintando
por las paredes...
Se podrá estar de acuerdo o no, pero al margen de ello me parece un buen artículo y un interesante análisis y punto de vista.
ResponderEliminarCon esta gente creo que el tipejo de Iglesias, pacta con ellos, pero al mismo tiempo odia la corrupcion del PP., cosa que la veo perfecta, ¿pero que ocurre con esta corrupcion, es distinta o es menos agresiva que la otra?
ResponderEliminarOscar, no me interesan tus artículos.
ResponderEliminarTienes una forma de definir las cosas que no es la más adecuada ni se corresponde con la realidad.