Vaya por
delante mi admiración por aquellas mujeres intelectuales que no miran fuera de
campo, sino que lo hacen hacia dentro.
Así mismo
creo que la crisis está siendo menos dura porque las mujeres están haciendo
equilibrios para que haya menos sufrimientos. Las mujeres, por tradición, no
digo que no lo puedan hacer los hombres, pero en la mayoría de las sociedades
occidentales y no occidentales, las mujeres cumplen ese papel. Ellas han
aminorado en gran medida los efectos de esta crisis. A un Estado que recorta,
esto le va muy bien.
Pero hay
muchas mujeres que, además de cuidar a los que lo necesitan, quieren transformar.
Quieren hacer un discurso político, filosófico, estético, artístico…
Quedaría
demostrado probablemente lo acertado que sería sumarle al Parlamento, que como
hemiciclo es insuficiente, además de con
un Parlamento ciudadano, complementarlo con la mirada de la mujer; y en su
lugar poder suprimir la “residencia geriátrica de pago por servicios” en la que
lleva años convertido el Senado.
La mujer
aporta otra manera de acometer los problemas, pero no contra la manera
masculina, simplemente complementándola. Las mujeres tradicionalmente nunca han
deseado el poder del modo tan vehemente que lo han hecho los hombres; lo que
han querido es que no haya abuso de poder, puedo suponer (quizás esté
equivocado) que no saben qué hacer con el poder y por eso lo distribuyen, lo
reparten.
En el momento
tan acusado que vivimos de violencia de género, la mujer es raro que quite la
vida al agresor, le abandona y procura dejarle atrás; debe de pensar que,
abandonándole, ese hombre tenía su poder, al irse ella éste tiene menos poder y
la mujer tiene el suyo. De este modo ella difumina y distribuye el poder.
Para un
servidor el feminismo es de sentido común. Surge al ver que la realidad no es
lo mismo para los hombres que para las mujeres, y entender que después de las
luchas por las libertades de hombres y mujeres haya que pasar a luchar por las
del propio género femenino, porque para nosotros –y me incluyo con lamento- lo
de las mujeres siempre llega a continuación. Nunca es a la par. Aludiendo al
sentido común, cualquier mujer debe sentirse feminista.
Desearía, antes de entregar el equipo,
poder llegar a entender en su plenitud al género femenino. En la actualidad me
llevo muy bien con distintas mujeres, pero lograr entenderlas en general lo
estoy intentando con mucho empeño.
Hay una
metáfora de una arquitecta vasca que viene a decir poco más o menos: ¡cómo no
vamos a fiarnos de las mujeres si son los seres humanos que mueven sus entrañas
para acoger a otro ser! Eso no lo hace un hombre. Pensemos en eso…
En esta
ocasión es el señor Krahe, don Javier, el que pone fin a este escrito con la
canción “¿Dónde se habrá metido esta mujer?. Editado en 1980 dentro del álbum
“Valle de lágrimas”; en ella, expone una crítica a todos aquellos hombres que
son unos inútiles y no saben hacer hada y se piensan que la mujer es un objeto
en propiedad.
-Cuando pienso que son ya las once y pico
yo que ceno lo más tarde a las diez,
¿cómo diablos se fríe un huevo frito?
¿dónde se habrá metido esta mujer?
-La vecina me dice que no sabe
y mi suegra tampoco, desde ayer
no son horas de que ande por las calles
¿dónde se habrá metido esta mujer?
-Yo le iba a contar lo de García
y de cómo le pararon los pies,
lo del bulto que tengo en la rodilla
¿dónde se habrá metido esta mujer?
-¿Qué hace aquí este montón de ropa sucia?
le compré lavadora ¿para qué?
Estas cosas me irritan, no me gustan
¿dónde se habrá metido esta mujer?
-Mi camisa aún está toda arrugada
y mañana la tengo que poner,
pues la plancha, aunque le den las tantas
¿dónde se habrá metido esta mujer?
-Va a haber bronca, esta noche va a haber bronca
me cabreo, hoy tenía ganas de...
pues después de la bronca, pero ¿dónde?...
¿dónde se habrá metido esta mujer?
-¡Pero bueno! ¡si falta una maleta!
la de piel, para colmo la de la piel
¿para que la querrá la imbécil esta?
¿dónde se habrá metido esta mujer?
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