La televisión es una mina saqueada y abandonada por el partido político gobernante de turno; todos, todos prometen que cuando obtengan el poder, el ciudadano podrá disfrutar de una información independiente, de una sobriedad en los presupuestos, de una televisión manejada con sentido común por profesionales del medio televisivo y no por “amiguetes del señor del castillo”. La gente decente lleva esperando ese día mucho, pero que muchos años. Demasiados sin duda.
La televisión es una de las palabras más pronunciadas y el tótem de mayor culto desde hace décadas. Se leen menos periódicos y revistas que en los años treinta. El pueblo vive en permanente y desasosegante zapping. Nada ni nadie existe si no sale en la caja tonta. Ser es ser visto y la televisión está para ser vista, para salir.
Mercaderes y los políticos aprovechan el medio más poderoso de todos los tiempos para vender su mercancía. La basura, el morbo, la frivolidad, la violencia, el sexo y el sentimentalismo barato y la lágrima fácil se convierten en el único reclamo para atraer a la audiencia, a la que se halaga alimentando sus más bajos instintos. Las cadenas televisivas se miran el ombligo a diario.
Todos buscan una primacía absurda, porque además no había primicia. Todos buscan el gran caso que les permita montar un juicio paralelo cada día en sus programas. Todos buscan la gran exclusiva que hiciera reventar los audímetros y les supusiera el mayor pelotazo de su vida. Pero, mientras tanto, se dedicaban a copiarse, a repetir los mismos argumentos con los mismos inevitables personajes, cada vez peor y con menos gracia.
El tertuliano de bisutería es capaz de debatir en los distintos programas a los que acude sobre temas tan dispares como el estreñimiento generalizado o bien los celos contenidos de algún miembro de la familia Pantoja. La televisión está llena de bufones millonarios.
Los Informativos pierden rigor y credibilidad y pasan a formar parte del espectáculo. Los debates son gallineros en los que se impone el guirigay, el grito, el golpe de efecto, las bromas de mal gusto, las descalificaciones, los insultos y la más elemental falta de ética y de respeto. No hay ideología, ni ideas ni reflexión ni opinión. Todo es fuego de artificio, pirotecnia, vacío intelectual y moral....
Los platós están llenos de un público mercenario, que se emociona, aplaude, llora o ríe a una orden del regidor. Nada es espontáneo ni verdadero ni auténtico. Se hace una programación para bobos que no entienden nada mínimamente profundo ni tienen otra inquietud en la vida que las desgracias de los culebrones y los cotilleos de la prensa rosa.
España entera es una portería. La televisión pasa de la cultura como algo aburrido y que no le interesa a casi nadie. En su circo solo hay un lugar ínfimo para los sabios, los filósofos, los intelectuales, los líderes de opinión, los creadores, los poetas, los hombres y mujeres que de verdad tienen cosas interesantes que decir e historias que contar.
Las portadas y los espacios de “prime time” están reservadas a las estrellas de la Liga de las Estrellas, a las diosas de las pasarelas y a los más famosos de entre los guapos, ricos y famosos.
La intención previa de la televisión casi siempre es buena; pero como la televisión es un medio; depende de quien lo maneje, de quien lo utilice, de quien lo manipule.
Hoy parece que nada existe si no sale en la tele: ni un producto, ni una noticia, ni una persona… nada, nada; En lo privado la televisión ha sustituido al rosario en familia o a las antiguas sobremesas. Es una especie de comensal barato, porque en realidad no se le sirve comida, pero es imprescindible.
La familia está alrededor de ella como alrededor del fuego sagrado. La televisión viene a representar, como en las viviendas del antiguo imperio romano, los lares, los dioses del hogar... Esto de verdad que es una cosa tremenda.
Sabemos perfectamente lo que tenemos que hacer, gracias a que ella es la gran ordenadora. La televisión manda, la televisión decide, crea determinadas necesidades que no existían, para ofrecernos inmediatamente un producto beneficioso para alguien.
Sabemos perfectamente lo que tenemos que hacer, gracias a que ella es la gran ordenadora. La televisión manda, la televisión decide, crea determinadas necesidades que no existían, para ofrecernos inmediatamente un producto beneficioso para alguien.
Y es que la publicidad acaba con la libertad de elección dirigiéndose no a la razón, que debe ser su destino, sino a la emoción, que es más fácil de seducir. Emplea unas formas de sugestión donde la repetición agota hasta el hartazgo, el engaño de un perfume con la belleza, el amor con un piso.
Ese vehículo maravilloso que podía ser la televisión, esa especie de sucursal que tiene cada emisora en cada casa, si pudiese orientar, si pudiese hablar, si pudiese decir lo que honradamente debe ser dicho…
Es mentira que la cultura sea aburrida. Eso es falso. La cultura puede ser extraordinariamente atractiva porque ningún pueblo es apenas nada sin su cultura. Entonces la televisión sería un medio no sólo de información, de formación y entretenimiento, sino algo que recuerde su cultura a la gente, su identidad, su proyecto, su memoria....
Tengan en cuenta ustedes que el principal motivo de la creación de las Televisiones Autonómicas consistió en lo que he expuesto anteriormente; y comprueben el deplorable estado en que hoy supuestamente se encuentran; siendo mayordomías de políticos, pesebres de corrupción, manantiales de influencias y enriquecimiento desmedido de los de siempre, tapando sus carencias intelectuales emitiendo infinidad de rancias Películas del Oeste, zafio periodismo de campo, concursos extravagantes.
Estamos adaptándonos a la zafiedad, a la vulgaridad, a los concursos, a toda esa bazofia que de verdad no creo que corresponda al último común gusto de la gente. No puedo creer que el pueblo español tenga un gusto tan deplorable.
Si el pueblo supiera lo que realmente piensan de él los que programan las televisiones públicas y privadas, probablemente habría otra guerra civil.
Pasemos a algo mucho más provechoso. De Serrat; como casi es primavera, os dejo la canción 20 de març (20 de marzo) publicada en 1970 dentro del disco Serrat 4.
Es una primavera descubierta, milagrosa, llena de prodigios y con la evidencia y el colorido de los pájaros, de las abejas y de las amapolas, vistas a través de los ojos de un niño al que cada imagen le parece única y definitiva.
Es una primavera descubierta, milagrosa, llena de prodigios y con la evidencia y el colorido de los pájaros, de las abejas y de las amapolas, vistas a través de los ojos de un niño al que cada imagen le parece única y definitiva.
aquella mañana que con un vestido verde
entre unos trigales
ella llegó.
Venía silbando, como un niño.
Tenía llenas de pájaros las manos
y cielo arriba
los iba esparciendo.
La rodeaban las abejas.
Llevaba un sombrero de amapolas
y en bandolera
me traía la primavera
el veinte de marzo.
Me hubiera gustado estar despierto
o haber dejado los balcones abiertos
y en mi sueño
intuir como...,
tejas y ramas se llenan de nidos
y la roca seca vuelve a mojarse en el río
y el grito agudo
de una perdiz.
Y del conejo la mirada
y oler la madrugada
que en bandolera
nos trajo la primavera
el veinte de marzo.
Me hubiera gustado estar despierto.
Tumbarme encima de una roca como una lagartija
panza al sol
y con un flautín,
y haber salido a recibirla como es debido
y adornar con flores de papel los portales
como si fuera tiempo
de carnaval.
Pero aquella mañana yo dormía
tranquilo, porque no sabía
que en bandolera
me traía la primavera
el veinte de marzo.
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