A los que no nos apasiona ni mucho ni poco el futbol, ayer disfrutamos viendo en directo lo bien programado y lo profesional que resultó el salto estratosférico que por la tarde-noche realizaba el austriaco Félix Baumgartner desde casi 39.000 m de altura con un aterrizaje suave sobre el desierto de Nuevo México, y en el sitio previsto. Todo el que vio en directo bajar a Félix, en algunos instantes a una velocidad cercana a la del sonido -1.234 km/h-, pudo comprobar que el salto no obedecía a las leyes de la improvisación ni del descontrol y que todo estaba perfectamente medido, ensayado y calculado para evitar riesgos y sorpresas. Tardó casi dos horas y media en subir 39.000 m con un globo de helio y algo menos de seis minutos en tocar tierra de forma suave. Me van a permitir trazar una semejanza entre el ascenso y aterrizaje del reto que se había marcado Félix y el de nuestra burbuja económica-inmobiliaria-financiera. A los dos, globo y burbuja, les costó subir. Pero mientras que el globo subía bajo control, nuestra burbuja subió despendola, ella sola y sin ningún tipo control. Si alguien, desde la sala de mando del Banco de España u otro organismo oficial, advirtió alguna anomalía en el sistema mecánico de elevación, lo amenazaron con retirarle las credenciales y mandarlo a la Guayana Francesa, al mismo sitio que la Justicia envió al señor Papillón. Nadie podía poner en tela de juicio la sociedad del bienestar creada artificialmente a la sombra de la burbuja que tan bien funcionaba…. para unos pocos claro. Y mientras que el aterrizaje de Félix Baumgartner estaba controlado para que fuera como deben ser los aterrizajes, suaves y sin peligro, el de nuestra burbuja fue estrepitoso, traumático y violento. ¿Que no conocían los efectos que tendría subir sin control y aterrizar en caída libre y sin paracaídas? Claro que lo sabían. Los sinvergüenzas que llevaban los mandos, sabían perfectamente que la impericia traería hambre, paro, desesperación, recortes y que los jóvenes se convertirían en emigrantes si querían trabajar. ”Zapatero a tus zapatos”, dice el refrán. Eso no ocurrió por la sencilla razón de que, en vez de a profesionales independientes, al frente de los mandos colocaron a los que hacían relojes de madera programando una ascensión rápida sin un triste plan de aterrizaje que, llegado el momento, nos permitiera ponernos a salvo en caso de peligro. Desde Bruselas y desde el FMI nos mandan ahora a unos señores vestidos de negro a inspeccionar la caja negra para averiguar en que falló el tren de aterrizaje: no se fían de los controladores de aquí. Y hacen bien. Enhorabuena a Félix Baumgartner y a su equipo por la profesionalidad que han demostrado en los dos sentidos: en subir y en bajar. ¿Cómo íbamos a bajar nosotros, y en que condiciones íbamos a quedar tras el impacto, si la subida fue improvisada con banqueros y políticos hechos unos zorros? No se pueden diseñar piscinas difíciles de mantener, trazados de Aves por los que no transita la gente ni Aeropuertos en los que no aterrizan aviones. A nadie que le pase.
Ver mi nuevo blog https://blogjoaquinmedina.blogspot.com/ Que nace con el firme propósito de seguir inormando a mis paisanos, como hasta ahora, desde un punto de vista crítico y veraz.
lunes, 15 de octubre de 2012
Mientras que el equipo de Félix Baumgartner demostró ayer saber subir y bajar, la burbuja inmobiliaria hizo mal el ascenso y peor el aterrizaje. Las consecuencias....¡desastrosas!
A los que no nos apasiona ni mucho ni poco el futbol, ayer disfrutamos viendo en directo lo bien programado y lo profesional que resultó el salto estratosférico que por la tarde-noche realizaba el austriaco Félix Baumgartner desde casi 39.000 m de altura con un aterrizaje suave sobre el desierto de Nuevo México, y en el sitio previsto. Todo el que vio en directo bajar a Félix, en algunos instantes a una velocidad cercana a la del sonido -1.234 km/h-, pudo comprobar que el salto no obedecía a las leyes de la improvisación ni del descontrol y que todo estaba perfectamente medido, ensayado y calculado para evitar riesgos y sorpresas. Tardó casi dos horas y media en subir 39.000 m con un globo de helio y algo menos de seis minutos en tocar tierra de forma suave. Me van a permitir trazar una semejanza entre el ascenso y aterrizaje del reto que se había marcado Félix y el de nuestra burbuja económica-inmobiliaria-financiera. A los dos, globo y burbuja, les costó subir. Pero mientras que el globo subía bajo control, nuestra burbuja subió despendola, ella sola y sin ningún tipo control. Si alguien, desde la sala de mando del Banco de España u otro organismo oficial, advirtió alguna anomalía en el sistema mecánico de elevación, lo amenazaron con retirarle las credenciales y mandarlo a la Guayana Francesa, al mismo sitio que la Justicia envió al señor Papillón. Nadie podía poner en tela de juicio la sociedad del bienestar creada artificialmente a la sombra de la burbuja que tan bien funcionaba…. para unos pocos claro. Y mientras que el aterrizaje de Félix Baumgartner estaba controlado para que fuera como deben ser los aterrizajes, suaves y sin peligro, el de nuestra burbuja fue estrepitoso, traumático y violento. ¿Que no conocían los efectos que tendría subir sin control y aterrizar en caída libre y sin paracaídas? Claro que lo sabían. Los sinvergüenzas que llevaban los mandos, sabían perfectamente que la impericia traería hambre, paro, desesperación, recortes y que los jóvenes se convertirían en emigrantes si querían trabajar. ”Zapatero a tus zapatos”, dice el refrán. Eso no ocurrió por la sencilla razón de que, en vez de a profesionales independientes, al frente de los mandos colocaron a los que hacían relojes de madera programando una ascensión rápida sin un triste plan de aterrizaje que, llegado el momento, nos permitiera ponernos a salvo en caso de peligro. Desde Bruselas y desde el FMI nos mandan ahora a unos señores vestidos de negro a inspeccionar la caja negra para averiguar en que falló el tren de aterrizaje: no se fían de los controladores de aquí. Y hacen bien. Enhorabuena a Félix Baumgartner y a su equipo por la profesionalidad que han demostrado en los dos sentidos: en subir y en bajar. ¿Cómo íbamos a bajar nosotros, y en que condiciones íbamos a quedar tras el impacto, si la subida fue improvisada con banqueros y políticos hechos unos zorros? No se pueden diseñar piscinas difíciles de mantener, trazados de Aves por los que no transita la gente ni Aeropuertos en los que no aterrizan aviones. A nadie que le pase.
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